Mañana miércoles a las 19:30 horas, se inaugura la la exposición de Antonio Bernal: "Fabricante de sueños". Un homenaje que tendrá en la ciudad natal de Bernal: Hospitalet, en el Museo de Historia (L'Harmonia. Espai d'Art-Plaça de Josep Bordonau i Balaguer 6). La muestra permanecerá abierta del 15 de abril, hasta al 25 de junio de 2015. ¡Estáis todos invitados!
Horario de visitas de la exposición:
De martes a viernes, de 17 a 20 h
Los sábados y domingos, de 11 a 14 h.
Lunes y festivos, cerrados.
Entrada: gratuita
Actividades parelas:
Jueves 30 de abril, a las 19 horas.
Charla: "Antonio Bernal y la Editorial Bruguera: un estallido de color en la oscura posguerra", a cargo de Joaquim Noguero.
Jueves 11 de junio, a las 19 horas.
Mesa redonda: "El imaginario de libertad de los tebeos a la dictadura". Con el crítico de cómic Antoni Guiral y el escritor Joan Casas. Moderada por el comisario de la exposición, Joaquim Noguero.
Más detalles de la exposición en este
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Antonio Bernal. Foto © J.N.
ANTONIO BERNAL. EL NIÑO DE L’HOSPITALET QUE SOÑABA EN COLOR
Por Joaquim Noguero
Antonio Bernal nace un 13 de febrero de 1924 en el barrio de La Torrassa, en una ciudad alejada aún de los grandes bloques de cemento que se levantarían más tarde, en un espacio idílico y en contacto con la naturaleza y los animales domésticos, con campos, canales de agua, ranas y renacuajos que ofrece un paisaje abierto de tierra y cielo hasta las playas de El Prat de Llobregat, a donde Antonio bajaba muchas veces a jugar.
Joan Casas, escritor nacido también en L’Hospitalet, recordaba a finales de los 70 como jugaban los chicos de l’Hospitalet: “El sábado irían juntos al cine a ver la de tiros que ponían en el viejo cine y después a jugar a indios y cowboys, revolcándose por los suelos, heridos de muerte y desenfundando a la velocidad del rayo pistolas imaginarias, galopando sincaballos entre el rebaño de ovejas que el pastor de un carnicero había sacado a pacer la hierba de los márgenes”.
El cine tuvo mucha importancia a la hora de alimentar los sueños del niño Antonio, el mismo que después se convertiría en el gran ilustrador de la Editorial Bruguera, en el fabricante de sueños por excelencia con aquellas portadas de los añoss esenta-setenta que pintaban de color los quioscos.
Dibujaba desde pequeño. Era su manera de jugar y soñar. El pequeño Antonio imitaba a Tarzán con un puñal de madera al cinto, mientras se colgaba de la cuerda que abría la puerta del portal de su casa. Un Tarzán que durante toda su vida recreó con las facciones de Johnny Weismüller, mitificado por las películas de Hollywood como un icono de la libertad, la alegría musculada y la fuerza de la mejor aventura juvenil. Eso es lo que ilustraba el tecnicolor de sus acrílicos. Las portadas eran la puerta de entrada al embrujo de mundos mucho más luminosos, un paréntesis de color en la realidad en blanco y negro que se vivía en la calle.
BRILLANTE PORTADISTA DE BRUGUERA
Tras un breveperíodo de publicista, Antonio inicia la colaboración con la Editorial Bruguera en el año 1953, como dibujante de la sèrie Ralf MacLane, con guiones de Ricardo Acedo. En 1945 ya había dibujado al Capitán Robles y en 1956 firma Vendaval, el Capitán Invencible, con guiones de Víctor Mora y el recientemente fallecido Francisco González Ledesma.
A lo largo de los años 60 y buena parte de los 70, llega su gran momento y realiza muchas de sus grandes portadas. Se ocupa de muchas de la colección “bolsilibros”, pero su principal contribución fue para las series más famosas de Víctor Mora: Bernal siempre será recordado como el mítico portadista del Trueno Color, del Jabato Color, de El Corsario de Hierro, de El Sheriff King y de las Joyas Literarias Juveniles. Marcó toda una época. Su presencia en el quiosco era tan omnipresente que, cuando no sabíamos que todas aquella portadas eran obra de una misma persona, pensábamos que dibujar de forma realista, con un resultado tan espectacular como el de las películas, se correspondía exactamente con su estilo.
El suyo es un registro carnal y luminoso que ama a las figuras, que disfruta del color, que es realista sin renunciar a la amabilidad del trazo humorístico, en la línea conseguida por dibujantes que toda su vida considero modélicos, como los norteamericanos Frank Robbins y Dan Barry. Bernal prefiere la expresividad a la perfección. Y las portadas para Mora se llenan de ecos clásicos y cinematográficos.
INTÉRPRETE DE LOS CLÁSICOS
Antonio siempreconsideró que sus “joyas de la corona” eran las portadas que había hecho para la colección “Joyas Literarias Juveniles” de la Editorial Bruguera. En estas cubiertas pone en movimiento los títulos más conocidos de Julio Verne, Emilio Salgari, Daniel Defoe, Jonathan Swift, Walter Scott, James Fenimore Cooper, Alexandre Dumas, Edgar Allan Poe, Charles Dickens, Herman Melville, Robert L. Stevenson, Mark Twain, Jack London, Henry Rider Haggard o Karl May, entre muchos otros.
Le iban a la medida. El mundo de aventuras creado por todos estos autores había poblado las historias más apreciadas por los chicos del s. XX, a menudo a través de las recreaciones que el cine había hecho de ellas. Bernal era el dibujante ideal para la serie: en el nervio de su pincel, en la capacidad que detectamos para atrapar la acción y sugerir el movimiento, hay la misma energia y vitalidad que en aquellasaventuras. Fijaros como transporta al lector al mundo real tridimensional cuando coloca una figura en primer término y da profundidad a la escena con el resto de elementos, o cuando nos hace sentir el movimiento y la fuerza del momento en la contracción de la musculatura de un animal y en el hecho de sorprenderlo en pleno salto o en cualquier otro momento de impasse. El reino animal es uno de los grandes protagonistas de las portadas: expresan aventura y movimiento, las grandes virtudes de Antonio.
EL CINE EN CASA
En el barrio de La Torrassa, justo delante de su casa, Antonio tenia el cine Romero. Todasu vida fue un devorador de películas, coleccionófotografías (tenía un amplísimo dossier sobre el Tarzán de Johnny Weismüller, por ejemplo) y dibujabaescenas de las mismas (en los últimosaños, delante de la televisión; a veces, parando la imagen).
El cine fue un motivo de inspiración permanente, como lo prueban los rostros que después integraba sutilmente en sus portadas como forma de homenaje. La cubierta de su Juana de Arco para la colección “Joyas Literarias Juveniles” tiene la cara de Ingrid Bergman, y la chica que peligra ante el oso en el Miguel Strogoff de Verne, es Grace Kelly. Que Bernal parta del cine no quiere decir que no invente: las escenas que dibujó de Ben-Hur o Veracruz o Lawrence de Arabia recuerdan bien a las películas, pero ningún plano concreto coincide con las formas tal como él las imagina.
Bernal recrea los muchos materiales de partida que usa como documentación. Recontextualiza los materiales. Y sus imágenes son el eco fiel de lo que más apreciaba en las películas que veía, pero también una continuación personal de las muchas versiones que le sugerían, con el objetivo de establecer complicidades con el lector.
SIEMPRE CON EL PINCEL EN LA MANO
Dibujante eterno. Con el pincel en la mano igual que Don Quijote con la lanza para luchar contra los gigantes imaginarios que son la piedra de toque del dibujante, Antonio Bernal siempre esquivó las aspas del molino que acaban tumbando a cualquier artista que se confíe: la falta de continuidad, la renuncia al aprendizaje permanente. No dejó nunca de aprender, en el mismo grado que tampoco dejó nunca de admirar a todos los que consideraba buenos maestros. Siempre juvenil. Con la fidelidad y el entusiamo del niño.
Igual que conservamos algunos de sus primeros dibujos de aquellos años en que, durante la Guerra Civil, recordaba ponerse a dibujar debajo de la mesa como una forma de abstraerse de lo que le rodeaba y de sentirse protegido evadiéndose con el dibujo hacia la promesa de otros mundos, encontramos la misma ilusión en las libretas, las caricaturas y las recreaciones de dibujantes como Frank Robbins que no paraba de realitzar en los últimos tiempos, superados los ochenta años de edad. Bernal confesaba que el único recurso que tenía para no dormirse era dibujar. Se autoconsideraba un “depredador de imágenes”. Nunca cesó de ingerirlas y de devolvérnoslas bien digeridas en el buen color de cara de sus creaciones.
En contínua evolución, alguna cubierta de la reedición de El Jabato de los últimos años tiene un trazo muy sugerente e impresionista hecho más de mancha que de línea, más de pintor de siempre que de ilustrador de los años 60. No es nada extraño que en alguna imagen reciente, Antonio se autoretrataraante el caballete o como un viejo pintor del París bohemio. Es en su más humilde condición de artesano, de hombre de oficio que nunca se rindió (estuvo dibujando hasta su muerte), que Antonio Bernal es un artista completo. Por todo lo que conservó en su vida adulta de lo mejor de los sueños de aquel niño del barrio de La Torrassa.