"La historia de nuestros cromos"

Durante generaciones del pasado siglo XX (y parte del XXI), los niños de toda clase y condición, han disfrutado en sus juegos del coleccionismo de los cromos. Una afición compartida también por padres, que cariñosamente gastaban su dinero en ver la sonrisa de sus hijos, al ver como disfrutaban de esas pequeñas estampillas a color; en unos tiempos en el que la televisión no alcanza la difusión a la que llegaría en la década de los años noventa del siglo pasado, con la llegada de las cadenas privadas de televisión.

En mi caso, recuerdo como al salir del colegio nos juntábamos los amigos del barrio y compañeros de clase, para cambiar aquellos cromos que teníamos repetidos. Algunos de ellos, los más difíciles de conseguir (por su escasa presencia en los sobres), llegaban a una elevada cotización (entre los futuros niños contables del mañana), que en ciertos casos alcanzaban la friolera de 40 cromos por tan solo uno a cambio, para conseguir ese dichoso cromo que te faltaba para finalizar el álbum de tus sueños. Unos cromos que venían en sobres de 5 unidades, y que estaban a la venta en todo kiosco y papelería que se preciara. Sus temas eran variados, desde el futbol, series de televisión infantil, películas, ejércitos, soldados, inventos del hombre, animales, razas humanas, banderas de países, estrenos de películas; superhéroes, naturaleza, coches, aviones, y un sin de temas que atraían a los niños. En aquella época, no existían los cromos autoadhesivos, uno cogía el pegamento Imedio, y no paraba hasta que pegaba los cromos que había conseguido del día. Afortunadamente una inmensa mayoría de los álbumes que comenzaba, solía finalizarlos, a base de esfuerzo y alguna que otra paga extra de los abuelos; figuras de nuestra infancia que han sido básicas en el aprendizaje de muchas cosas en nuestras vidas: sabiduría, cariño, valores, y porqué no decirlo compresión. Bastaba con rogarles un poco para que trajeran un sobre como premio.

La aparición de los álbumes de cromos era como las temporadas de futbol, sabias que comenzaban en septiembre y finalizaban al año siguiente si la colección había tenido éxito. Entre las editoriales que dominaban el mercado, destacaría sin duda, a Editorial Bruguera, una empresa volcada en la producción de cromos desde los años cincuenta; que abarcaría los años sesenta y sesenta, con títulos tan destacados como: Maravillas del mundo (1956), Banderas del universo (1956), Razas humanas (1959), La conquista del espacio (1956); Los diez mandamientos (1959), Ben-Hur (1959), Campeones (1958), Famosas estrellas de la pantalla (1959), Auto al día (1961), Vida de Jesucristo (1961); Fray Escoba (1962), Famosos de la canción, radio y televisión (1963), La conquista del Oeste (1963), ¡Vamos a la cama! (1965), Enciclopedia cultura y color (1967); Asterix Gladiador (1969), El porqué de las cosas (1970), La vuelta al mundo en 320 cromos (1971), Todo (1971), Zoo Color (1973), Las vacaciones de Mortadelo (1973); Gran Enciclopedia escolar (1974), Mundolandia (1975) o Don Quijote de la Mancha (1979).

Colecciones que hicieron soñar a muchos niños, y a los no tan niños, con un universo de imágenes, que llenaban un espacio en sus vidas de ilusión y de color, que tras tantos años transcurridos, uno no puede evitar sentir nostalgia de esos momentos vividos.

Recuerdos que ahora podemos revivir, y descubrir a las nuevas generaciones, con parte del legado de Bruguera, que Ediciones B ha puesto de nuevo en las tiendas en este mismo mes de marzo. Un pedazo de la historia de nuestros cromos, que merecen ser reconocidos, tanto sus colecciones como sus creadores. Les invito a disfrutar de ello y que paseen por una parte de nuestra infancia.